Monday, August 21, 2006

Y no para...

La verdad es que el tiempo que he tenido para pensar, relatar, digerir y escribir ha sido mínimo. Mis queridos lectores, por ello me disculpo. Lo reconozco, he sido victima de la vorágine de la máquina, de la sociedad moderna, del trabajo, las responsabilidades; de la noche y sus encantos.

Elegí por unos días no mirar mas allá de mi nariz y pasarlo bien, irme hasta el lado mas extremo y bohemio del péndulo. Y fue así como en cinco noches, de jueves a lunes, no dormí mas de 3 horas en cada una. Salí, me rompí bailando y me desgarre riéndome con mis amigos. Si bien se que parece pubertoso e infinitamente inmaduro, necesitaba hacerlo, ver si era posible. Se puede.

Convidé a la Cote por unos sushis el jueves, para luego recalar en la casa de Sampita piscoliando. Próxima estación: Galpón 9. Viernes de comida y piscolas. El sábado, pueden recordar que se lo reservé a la gran Xime y al matrimonio de Felipe y la Andrea. Los domingos, días de descanso son diferentes cuando puedes darle vueltas al reloj conversando de amigos, viajes y familia. Para el lunes, me reservé lo mejor. Con un martes feriado en el horizonte y animo de seguir riéndome, no fue difícil llegar con el canto de los pájaros y hacer un esfuerzo por cerrar perfectamente la cortina para que no entrase la luz al acostarse.

El vértigo de esos días descarga hoy sus consecuencias. La intensidad de la que fui partícipe caló hondo en mi y me veo hoy, feliz y de la mano de la Cote. Personaje fabuloso y complejo, honesto y diferente, maravillante. De ojos transparentes y dueña de un sinceridad para dejar mudo, me fue haciendo reír hasta que, sin comprender como, terminé un domingo en su casa viendo películas en el sillón de la salita.

No me quejaría nunca de lo que he pasado y reconozco que fui partícipe y estratega de esa contienda. Por el contrario, y siendo sincero, me encanta. Sin tabúes ni complejos, sin dobles lecturas ni sobreentendidos. De negros, grises y blancos, nos fuimos entendiendo tan bien como la gambeta que deja desparramado al defensor. Este ser particular se adorna de caras y comentarios exactos y minuciosos, que destruyen toda defensa. Te desvalijan de escudos y te deja, con dos parpadeos y una risa, temblado.

Y siempre está ese pelotudo, ese que no deja de pensar y analizar todo. Ese que llevo dentro y que no quiere perder esa ilusión de control que dice tener. Ese que justifica todo a través de argumentos vacíos. Ese que se transforma en lastre y no deja avanzar. A ese que hoy miro con pena y respeto, a ese que alguna vez fui en un 100%.

Y así sigo, entre el pelotudo que soy y los amigos con los que vivo. Riéndome y haciendo reír. Al final, mis amigos, me siento feliz de librarme un rato de tener que entender todo. Les prometo que aun guardo relatos para Uds. de estos días fascinantes, pero cuando pase mi examen de grado de este viernes, espero poder tener mas tiempo para postearlos como corresponde.

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