Vamos todavia!
Soy un asiduo lector de blogs. Leo varios constantemente, mas de 10 cada semana y cuando puedo cada día. Esa experiencia me ha permitido ir viendo de a poco como nacen y mueren blogs. De hecho este es el segundo en el que escribo.
Esta tendencia me ha permitido constatar el doble filo de los blogs. Por una parte son una suerte de válvula de escape que permite ir echando afuera, compartiendo, mostrándose a ciertas personas. Sin embargo, eso tiene la desventaja de desnudarte en miles de sentidos que siempre has (he) cuidado. Por una parte tienes el place de exhibir tu mundo interno, tus pensamientos y tus furias a los demás, pero luego, debes hacerte cargo de las mismas.
He estado, así mismo, dándome cuenta de que cuando pasan hechos importantes en la vida de las personas, ellas suelen irse para dentro. Si utilizamos una analogía burda con la libido (energía que en cantidades limitadas nos recorre por el aparato psíquico), nos damos cuenta de que esa libido debe ser llevada al interior para sanar esas heridas antes de poder expresar hacia fuera. Mas no deja de ser curioso: cuando mas pena o rabia tenemos, necesitamos el cariño y consuelo de los demás. Y no deja de ser curiosos a la luz del refrán: una pena compartida es media pena.
Muchas veces, en el fragor de rojizo de las emociones decimos y hacemos cosas de las que nos arrepentimos. Nos engrandece, para eso, el pedir perdón y mas aun, si podemos, perdonar. Así, entenderán que había dejado de escribir para ordenar la cabezota y no tener que dar cuentas a nadie por cosas que no quería decir. Si bien me encantaba la tormenta (en un sentido sadomasoquista si se quiere) la calma es el espacio para construir, para fijar cimientos y para que los pilares vuelvan a ser de piedra.